El valor del amor propio

El amor propio es el comienzo de una vida a plenitud y el final de una “partida” satisfecha. Cuando hablamos de amor propio nos referimos a la aceptación, el respeto, la consideración y la apreciación de nosotros mismos, sin dar permiso a la opinión de los demás. Amarse a sí mismo es uno de los mejores regalos que podemos darnos y entregarle a la sociedad. Este sentir nos conlleva a vivir una vida en paz, en armonía y en tranquilidad; además, que las personas que nos rodean puedan percibir un espíritu diferente. El amor es la fuente de todo, es el inicio, el desarrollo, el final y si volvemos al principio…ahí debemos encontrarlo. 

¿Qué pasa con la ausencia del amor? Bueno, poco a poco, nos vamos destruyendo. Anteriormente, dijimos que es la fuente de todo, de nuestra existencia. Si no sentimos afecto por nosotros, nos convertimos en personas insensibles, incapaces de brindar un amor verdadero, leal, un amor que perdona y que traspase fronteras, sin dañarnos ni menospreciar a los demás. Un ser humano que no se siente aceptado, apreciado y con un valor inigualable, lo único que hace es fingir, de manera consciente o inconsciente, algún tipo de estima por el prójimo. 

La falta de amor propio puede desencadenar en una lucha constante de inseguridad, de confianza, baja autoestima, maltrato físico, verbal y psicológico, actos de violencia; tanto hacia sí mismo como a quienes están a nuestro alrededor. Sin embargo, cuando en nuestro interior portamos el amor y podemos reflejarlo, todo cambia y florece de una forma más llevadera. El amor propio entiende de partida, de espacio reflexivo, elimina el término “fracaso" por una experiencia positiva para la vida, respeta, cuida, se deja tocar para ser apreciado y amado y toca con la misma intención. El amor propio no sabe de mentiras y si el destino le hace una mala jugada, no tarda en reconocer; ya que, la verdad es parte de los valores que lo definen. No busca la felicidad fuera de sí mismo, ya existe…no abraza por necesidad, más bien, por lo que lleva dentro, amor. 

Finalmente, ámate, abrázate, respétate y valórate. Mantén tu dignidad por lo alto, el mundo te pertenece, siempre y cuando, lo acepte. No permitas que nadie hiera tus sentimientos o tu cuerpo; eres creación de Dios, lo más especial y hermoso que existe y fuiste creado a su semejanza. ¡Vuelve a ti, por amor y respeto a tu Creador!                

Oscar Fhernando

 Comunicador social 

Santiago, República Dominicana

   

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